Lucía Murillas: deslumbró en la Liga del Sur, pero priorizó estudiar y volvió a jugar a Tornquist
La delantera de Tornquist dejó el fútbol bahiense justo cuando se mudó a la ciudad para estudiar. Hoy juega en Automoto, cerca de los suyos, y elige otro ritmo para seguir disfrutando del fútbol.
Cuando Lucía Murillas decidió mudarse a Bahía Blanca para este año estudiar la tecnicatura en radiología, todos creyeron que era el paso natural para que su carrera futbolística creciera.
Pero ella, que venía recorriendo una hora de viaje semanal desde Tornquist en los últimos dos años, para jugar en la Liga del Sur, eligió lo contrario. Volvió a su lugar de origen.
En las últimas horas la joven de 18 años, fue confirmada para vestir los colores de Automoto de Tornquist y cada fin de semana hace el camino inverso, de Bahía al pueblo. Como si, al fin, entendiera que jugar cerca de los suyos también es una forma de avanzar.
—¿Cuáles son tus primeros recuerdos con una pelota?
—Desde muy chica me gustó el fútbol. Siempre iba a ver a mi papá cuando jugaba al fútbol 5. Mientras él jugaba, se armaba un grupo de chicos y chicas y nos poníamos a patear al costado. Me quedaba ahí, jugando, sin darme cuenta del tiempo. En ese momento no había fútbol femenino en Tornquist, así que mientras tanto hice hockey. Recién en 2019, a los 12 años, arranqué en el equipo municipal cuando abrieron la categoría para menores.
Ese fue el punto de partida. Con pocos partidos, a veces amistosos, muchas veces de fútbol 8 o 9, Lucía empezó a destacarse. Pronto llegó la posibilidad de sumarse a Olimpo. Tenía apenas 14 años y ni siquiera había jugado fútbol 11.
—¿Cómo fue el salto de Tornquist a Bahía?
—Muy lindo. Nunca había jugado en cancha grande, así que me tuve que adaptar a los espacios, las posiciones… Pero tuve compañeras muy buenas y entrenadores que me ayudaron mucho. Eso me marcó.
Lucía pasó por Olimpo, Liniers y La Armonía, en todos los casos sumando minutos, aprendiendo desde abajo. En Olimpo no llegó a jugar oficialmente porque el equipo no participó de la Liga del Sur ese semestre. En Liniers tuvo un 2022 entre reserva y primera, y en 2023 fue parte de un plantel que arrancó como candidato y terminó desarmado. Sin embargo, ella se quedó.
"Eran momentos difíciles. Jugábamos con lo justo, a veces sin suplentes. Muchas jugadoras nos poníamos la camiseta sábado y domingo. Pero me sirvió. Ahí crecí mucho."
En 2024 se sumó a La Armonía. El objetivo era mantener la categoría en la A, pero llegaron a semifinales. Todo parecía encaminarse para un año de estabilidad. Pero entonces llegó la universidad. Y otra vez, las decisiones.
—¿Por qué elegiste dejar la Liga del Sur justo cuando te habías mudado a Bahía?
—La idea era dejar de jugar, de hecho. Entre los horarios de la facultad y los viajes a Tornquist todos los fines de semana para estar con mi familia, se me complicaba entrenar, jugar y mantener el ritmo. Pero justo surgió la chance de jugar en Automoto, así que volví.
No fue un retroceso. Fue una elección con sentido. Lucía priorizó sus tiempos, su gente, y su deseo de seguir disfrutando del fútbol sin el desgaste del calendario competitivo.
"En Tornquist estoy con gente que ya me conoce, se me hace más fácil acomodar los entrenamientos. En Bahía hay más competencia, pero también más presión, y a mí se me complicaba entrenar varios días por semana."
—¿Qué te dejaron los años en la Liga del Sur?
—Mucho. Compromiso, disciplina, entender que siempre hay que dar lo mejor. Fue una experiencia que me hizo crecer no solo como jugadora, también como persona. Me encantó compartir con jugadoras de más experiencia, y aprender de cada cuerpo técnico.
La competencia sigue estando en el horizonte. No como obsesión, sino como posibilidad.
"Extraño eso, la exigencia y el ambiente de Bahía. No descarto volver si se da la oportunidad. Pero hoy estoy priorizando terminar mi carrera y disfrutar del fútbol desde otro lugar."
—¿Te queda algún sueño futbolístico?
—En un momento soñaba con jugar en Buenos Aires. Pero hoy mi foco está en estudiar, y seguir disfrutando del fútbol mientras se pueda. Eso, para mí, también es cumplir un sueño.
GOLES CON LA ARMONÍA
Lucía Murillas no dejó el fútbol. Solo dejó de correr donde todos corrían. Entendió que el camino propio no siempre es el más ruidoso ni el más visible. A veces, es el más silencioso, el que une la ciudad con el pueblo cada fin de semana, con la certeza de que el fútbol también puede vivirse en paz.
SU 11 IDEAL CON COMPAÑERAS CON LAS QUE JUGÓ
Vanesa Benavides; Antonella Sanhueza, Daniela Lara, Noelia Stieb, Agustina Aroca, Cecilia Moreno, María Laura Tarico, Camila Aliata o Tania Espíndola, Natalia Espinoza, Dana Ramos y Agustina Percaz.