En el primer episodio del podcast Círculo Central, una de las referentes históricas del fútbol femenino bahiense, Paola Canales, narra su camino de pasión, lucha y orgullo por una pelota que la acompañó desde la infancia hasta su retiro. Desde campeonatos con Petroquímicos hasta partidos inolvidables en la Liga del Sur, su voz pone en palabras una vida entera dedicada a este deporte.
“Mi primer vínculo con el fútbol fue amarlo desde mi papá.” Así arranca Paca, la voz del primer episodio de Círculo Central. Y no se trata solo de una anécdota familiar: es el comienzo de una historia que respira fútbol en cada palabra. En su casa, entre hermanos y vecinos varones, la pelota giraba todos los días, y ella, sin saberlo, estaba trazando los primeros pasos de un camino que la iba a marcar para siempre.
Jugar con hombres fue lo habitual. Lo inesperado llegó cuando le propusieron integrar un equipo de mujeres. Fue en Maldonado. La emoción no se puede disimular ni décadas después: “Fue lo más lindo que me pasaba los fines de semana. Era lo más hermoso”. Esa primera vez jugando con mujeres no solo le abrió un nuevo universo deportivo, también encendió un fuego que no se apagó más. Hoy, a sus 45 años, Paca lo dice sin rodeos: “Hace 34 años que no dudo ni un segundo de elegirlo, de amarlo, de sentirlo”.
Su recorrido es también el del fútbol femenino en Bahía Blanca. De los campeonatos ganados con Petroquímicos al histórico cruce ante Municipales que definió la vuelta del fútbol a Liga del Sur tras 14 años. En aquel partido, Paca no sólo jugó: fue protagonista. “Era el equipo a vencer. Ese partido fue retrabado, entré en el segundo tiempo y participé en el gol que nos metió el campeonato en el bolsillo”. La pasión sigue intacta, y al recordarlo se le nota el brillo en la voz.
No es casual que la palabra “referente” le genere respeto. Vivió dos épocas del fútbol femenino bahiense: cuando la Liga del Sur abrió sus puertas en 1998 y cuando las cerró en 2004. Y también estuvo en el renacimiento, más de una década después. Supo adaptarse, mantenerse en pie, dejar huella y transmitir algo más que fútbol. Enseñó sin proponérselo, solo siendo coherente: con actitud, humildad y respeto. “Yo nunca jugué para transmitirle nada a nadie. Pero siempre intenté ser la mejor versión de mí dentro de la cancha”.
La historia de Paca también es la historia del sacrificio. “Con el trabajo y el fútbol siempre me costó estar a pleno”, reconoce. Entrenamientos eternos, jornadas laborales de 12 horas, y aun así, esa entrega total cada vez que pisaba una cancha. “El fútbol para mí es un momento orgásmico… no hay dolor, no hay angustia, no hay pensamientos de nada. Es ir y disfrutar”.
Su retiro fue más triste de lo que hubiese querido. Fue en Tiro Federal, en un año laboralmente exigente y físicamente agotador. “No estaba sumando como me gustaba. Me lesioné, y aunque confié en que podía seguir compitiendo, no lo acepté. Nos cuesta soltar”. Pese a ese cierre agridulce, Paca no reniega: reconoce lo vivido, el recorrido, lo ganado y lo perdido. Porque lo importante es que nunca dejó de elegir al fútbol.
Hoy ve con alegría el crecimiento del deporte. Las escuelitas en los barrios, la Sub 14 en la Liga, las pibas con profes, camisetas, y sueños que ya no parecen imposibles. “A nosotras nos costó años. Ellas tienen que disfrutarlo y exprimirlo al mango. El fútbol ya no es solo cosa de varones. Eso se tiene que entender”.
En su equipo ideal, ese que arma con memoria y corazón, cada nombre encierra una historia. San Francisco, Maldonado, Sansinena, Petroquímicos. Amigas, compañeras, hermanas de batalla. “Yo me manejé en la cancha como me manejo en la vida. Siempre de frente, siempre dando todo”.
Su 11 ideal: 1- Mariela Canales, 2- Jorgelina López, 3- María Leal, 4-Noelia Stieb, 5- Celeste Mugnolo, 6-Romina Kroneberger, 7- Paola Canales, 8- Natalia Espinoza, 9- Sabrina Vanegas, 10- Susana Huenchulianca y 11- Débora Carrari.
Así se presentó “Paca” en Círculo Central. No con estadísticas ni medallas, sino con recuerdos, emociones y una verdad que atraviesa todo: el amor al fútbol fue, es y será su motor. Porque cuando la pasión es tan honda, ni el tiempo, ni el cuerpo, ni la rutina pueden apagarla.
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