En el segundo episodio del podcast Círculo Central, la palabra de Marcos D’agustino, árbitro en el fútbol bahiense, que fue impactado por una bengala de uso náutico en marzo de 2022, cuando se iba a jugar el encuentro entre Tiro Federal y Libertad, que abrían la temporada.
El proyectil había sido lanzado desde la tribuna local y lo alcanzó de lleno en el brazo. La herida no solo fue física: fue también simbólica. Porque ese día, el fútbol perdió mucho más que un partido.
“Sentí el golpe, pero no entendía qué pasaba. Cuando vi la sangre me empecé a marear. Lo primero que hice fue pedir que llamaran a mi hermana, que estaba en la tribuna. Y llamé a mi mamá para tranquilizarla. Sabía que la noticia iba a salir en los medios.”
El partido nunca comenzó. Fue suspendido inmediatamente por el árbitro principal, Joaquín Serra, que asistió a su compañero y entendió la gravedad del hecho. Marcos fue trasladado al hospital, donde le aplicaron nueve puntos de sutura. Durante semanas, tuvo el brazo inmovilizado y realizó rehabilitación para recuperar la movilidad. Pero la recuperación emocional fue más larga y compleja.
“Cada vez que entro a una cancha y hay bengalas, aunque sean de humo, siento un frío en el cuerpo. Me pasa hasta el día de hoy. No es miedo: es el cuerpo que recuerda.”
La pericia de la Policía Federal fue contundente: el artefacto era una bengala náutica, no un elemento recreativo. Se trata de un dispositivo de alta temperatura, diseñado para emergencias marítimas, capaz de alcanzar más de 300 metros de distancia y generar combustión prolongada.
Marcos recibió un mensaje de disculpas por WhatsApp por parte de quien poseía la bengala, José Santos, pero decidió no responder.
“No guardo rencor. En ese momento, preferí no contestar. Hice la denuncia como corresponde. Pero hasta hoy, la causa no tuvo ninguna resolución. Nadie se hizo realmente cargo.”
¿Y si hubiera impactado en una nena?
El contexto del hecho es el que agrava todo. Las jugadoras de ambos equipos estaban ingresando al campo acompañadas por niñas. La bengala pasó a pocos metros de ellas. El riesgo fue real y pudo haber tenido consecuencias mucho más graves.
“Siempre me queda dando vueltas la misma pregunta: ¿y si le pegaba a una nena en la cara? Estaríamos hablando de otra cosa. De una tragedia.”
El incidente dejó una marca. Marcos volvió a dirigir, volvió a las canchas, pero no volvió igual. Cada recibimiento efusivo, cada festejo con pirotecnia, le devuelve un recuerdo que no se borra.
Una advertencia que no debe repetirse
El caso de Marcos D’agustino no fue un hecho aislado ni una anécdota de color. Fue una muestra de cómo el mal uso de ciertos “rituales” del fútbol puede terminar en violencia. En un deporte que busca crecer, sobre todo en su rama femenina, hechos como este deben servir de advertencia.
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